Vol.22 N°3 de 2021
EDITORIAL
ARTÍCULOS ORIGINALES - NUTRICIÓN
ARTÍCULOS ORIGINALES - DIABETES
ACTUALIZACIÓN - NUTRICIÓN
REVISIÓN - TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA
INDICE
|
|
|
Vol 22. N°3. 2021 | Julio-Septiembre de 2021 |
|
ARTÍCULOS ORIGINALES - DIABETES
https://doi.org/10.48061/SAN.2021.22.3.80
Evaluación del consumo de grasas en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 que asisten a un centro asistencial de la ciudad de Rosario
DIETARY FAT INTAKE ASSESMENT IN TYPE 2 DIABETES PATIENTS OF A HEALTH CARE CENTER OF ROSARIO CITY
Nadia Lingiardi1,2, Yaela Dalessando1, Florencia Lo Piccolo1
1 |
Lic. en Nutrición, Facultad de Química, Universidad del Centro Educativo Latinoamericano, Rosario, Santa Fe, Argentina |
2 |
Magíster en Tecnología de los Alimentos, Profesora Asociada, Cátedra de Técnica Dietoterápica, Facultad de Química, Universidad del
Centro Educativo Latinoamericano, Becaria Doctoral, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Doctorado
en Ciencias Biológicas, Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Santa Fe, Argentina |
Correspondencia: Nadia Lingiardi
E-mail: nlingiardi@ucel.edu.ar
Presentado: 29/04/21. Aceptado: 25/06/21
RESUMEN
Introducción: la evidencia demostró que las grasas influyen
en el desarrollo de la diabetes mellitus (DM). Si bien el contenido ideal de grasa para el tratamiento de esta patología
es controvertido, se sabe que la calidad de la grasa es más
importante que la cantidad.
Objetivos: evaluar el consumo de grasas en la población con
DM2 que concurrió a un centro asistencial de la ciudad de Rosario.
Materiales y métodos: estudio descriptivo, observacional y transversal en 88 adultos con DM2 de ambos sexos y una edad promedio de 45,55±12,33 años. Se estimó valor calórico total (VCT),
consumo de grasa total, ácidos grasos saturados (AGS), monoinsaturados (AGM), poliinsaturados (AGP) y colesterol a través de tres
recordatorios de 24 horas, y se compararon los valores con las recomendaciones para el grupo total y según sexo. Se realizó el análisis
estadístico con el programa estadístico R versión 4.0.2.
Resultados: el VCT medio fue de 1.851 kcal. La ingesta media de grasas totales fue de 43,30%, de AGS
13,44%, de AGM 14,10%, de AGP 12,86% y de colesterol
388,55 mg. Los consumos de grasa total, AGS, AGM y colesterol resultaron significativamente mayores en hombres
(p=0,008, p=0,004, p=0,023, p=0,027 respectivamente). El
78,41% tuvo una ingesta excesiva de grasa total. El consumo
de AGS resultó inadecuado en el 99% de los participantes.
El 92% tuvo un consumo de AGM dentro de los valores recomendados. Los AGP presentaron una ingesta inadecuada
en el 68% de los individuos. El consumo de colesterol fue
inadecuado en el 83% de los encuestados. No se observaron
diferencias significativas en la adecuación a las recomendaciones según sexo.
Conclusiones: más de la mitad de las personas con DM2
presentó un consumo de grasas totales excesivo, con ingestas
inadecuadas de grasas saturadas, poliinsaturadas y colesterol
respecto de las recomendaciones. Solo el consumo de grasas
monoinsaturadas resultó ser adecuado.
Palabras clave: diabetes mellitus tipo 2; ácidos grasos; colesterol; evaluación alimentaria; encuestas nutricionales.
ABSTRACT
Introduction: the evidence showed that fats have a role in
diabetes development. Even though fat ideal amount in this
pathology`s treatments controversial; it is known that fat quality is more important that fat quantity.
Objectives: to assay the fat intake in type 2 diabetes (T2D) patients who attended in a health care center in Rosario.
Materials and methods: a descriptive, observational and
cross-sectional study was conducted. The sample included 88
male and female adults, with T2D aged 45.55±12.33. The total energy, total fat, satured, unsatured fatty acids and cholesterol intakes were estimated through three 24-hour food
recall instruments and then were compared with recommended values. Statistical analysis was performed using R statistical
software 4.0.2 version.
Results: mean total energy intake was 1851 kcal. Mean total fat intake was 43.30%, satured fatty acid intake 13.44%,
monounsatured 14.10%, polyunsatured 12.86% and choresterol 388.55 mg. Total fat, satured and monounsatured fatty
acids and cholesterol intakes were significantly higher in men
(p=0.008, p=0.004, p=0.023, p=0.027; respectively). The
78.41% exceeded total fat intake. Satured fatty acid intake
was inadequate in 99% of participants. The 92% had a monounsatured intake adequate to recommendations. Polyunsatured fatty acid showed an inadequate intake in 68% of
patients. Cholesterol intake was inadequate in 83% of participants. There were not found significant differences in adherence to recommendations between sex.
Conclusions: more than a half of T2D patients show and excessive total fat intake with inadequate intakes of saturated
and polyunsaturated fatty acids and cholesterol. Only monounsaturated fat intake was adequate to recommendations.
Key words: type 2 diabetes; fatty acids; colesterol; food
assessment; nutritional surveys.
INTRODUCCIÓN
Actualmente se estima que 463 millones de personas conviven con diabetes mellitus (DM) y se espera que esta cifra aumente para el año 2030 a 578 millones1. La DM2 dejó de afectar predominantemente
a los países ricos e incrementó su prevalencia progresivamente en países de medianos y bajos ingresos2.
La elevada tasa de pobreza afecta la calidad nutricional de la alimentación. Las dietas basadas en alimentos de origen vegetal fueron reemplazadas por otras
con exceso calórico, de grasas totales y saturadas3.
Existe evidencia que pone de manifiesto que las
grasas inciden en el metabolismo de los carbohidratos y sus hormonas reguladoras, ejerciendo un
papel preponderante en la patogenia de la DM24. Si
bien el contenido ideal de grasa en la dieta de estos
pacientes es controvertido, se sabe que la calidad es
más importante que la cantidad5. El rango recomendable es de 20-35% de la energía, siendo aceptable un mínimo del 15% para asegurar un consumo
adecuado de ácidos grasos esenciales y vitaminas
liposolubles. El máximo tolerable es de 35%6.
Los ácidos grasos saturados (AGS) pueden aumentar el colesterol plasmático; por el riesgo cardiovascular que presentan las personas con DM2, su
consumo debe restringirse7,8. Según la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT), la ingesta no debe superar el 10% del valor calórico total
(VCT)6, mientras que el American College of Cardiology (ACC), la American Heart Association (AHA) y
el National Heart, Lung, and Blood Institute (NHLBI)
recomiendan consumir menos del 5-6% en forma de
AGS9. La Asociación Americana de Diabetes (ADA)
recomienda una ingesta menor al 10% y agrega que
en personas con colesterol LDL ≥100 mg/dl, el consumo debe ser menor del 7% del VCT7.
La sustitución de los AGS por monoinsaturados
(AGM) produce una disminución del colesterol LDL
y el mantenimiento o aumento del HDL, lo que determina una reducción del riesgo aterogénico10. En
pacientes diabéticos, los AGM pueden mejorar el
perfil lipídico y lograr un mayor control metabó-
lico11. Según las Guías para el tratamiento de las
dislipemias en el adulto (Adult Treatment Panel III,
ATP III), la recomendación de AGM es de hasta el
20% de la energía12, mientras que FAO y FINUT la
calculan por diferencia del resto de los ácidos grasos, resultando muy variable según la grasa total
ingerida y sus características6.
Los ácidos grasos poliinsaturados (AGP), si bien
no afectan directamente la glucemia, actúan reduciendo los niveles plasmáticos de triglicéridos, promueven la vasodilatación y reducen la agregación
plaquetaria, lo cual disminuye la mortalidad cardiovascular13. La FAO y FINUT establecen que la ingesta
adecuada se debe situar entre el 6 y el 11% de la
energía. La ADA y el ATP III coinciden en una ingesta
de hasta el 10% de la energía7,12.
El colesterol dietario produce un incremento moderado de la colesterolemia en comparación con los
AGS11. La ingesta adecuada debe ser de <300 mg/día;
las personas diabéticas pueden beneficiarse al reducirla a <200 mg/día7,12.
OBJETIVOS Evaluar el consumo de grasas en la población
con DM2 que concurre a un centro asistencial de la
ciudad de Rosario. Los objetivos específicos fueron:
1) estimar el VCT según sexo; 2) determinar el porcentaje del VCT cubierto por cada grasa según sexo;
3) compararlo con las recomendaciones según sexo;
4) identificar los alimentos ricos en ácidos grasos y
colesterol consumidos por los participantes.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo, observacional
de corte transversal. El muestreo fue no probabilístico por conveniencia. La muestra comprendió
adultos de ambos sexos, con edades de entre 20-65
años con DM2 diagnosticada que aceptaron participar. Se excluyeron pacientes con restricciones dieté-
ticas que alteraran la ingesta de grasas, con dietas
especiales y embarazadas o en lactancia.
Se consideraron las variables sexo, VCT, grasas totales,
AGS, AGM, AGP y colesterol, y alimentos ricos en cada
una de esas grasas consumidos por los participantes.
Se realizaron tres recordatorios de 24 horas representativos de su ingesta habitual (que no fuera
afectada por enfermedad, evento festivo), en días
no sucesivos con una frecuencia mensual, y uno realizado día lunes para contemplar la variabilidad del
fin de semana. Para estimar el VCT y grasas se utilizó
el software Sistema de Análisis y Registro de Alimentos (SARA)14. Para determinar el tamaño de porciones de alimentos se utilizó el libro: "Modelos visuales
de alimentos y tablas de relación peso/ volumen"15.
Se calculó el porcentaje del VCT cubierto por cada
grasa y se lo comparó con las recomendaciones del
ATP III12 y de ACC, AHA y NHLBI9. Los valores de colesterol se expresaron en mg/día. Las categorías para
grasa total fueron insuficiente (<25%), adecuada
(25-35%) y excesiva (>35%); para AGS, adecuada
(≤6 %) e inadecuada (>6%); para AGM, adecuada
(≤20 %) e inadecuada (>20%); para AGP, adecuada
(≤10%) e inadecuada (>10%), y para colesterol, adecuada (≤200 mg/día) e inadecuada (>200 mg/día). Finalmente, se identificaron los alimentos ricos en cada
tipo de grasa consumidos por los participantes y se
calcularon sus consumos promedios.
Los valores medios se compararon con el Test de
Wilcoxon y sus distribuciones según sexo mediante
el Test de Fisher, con un nivel de confianza del 95%,
empleando el programa R versión 4.0.2.
Se respetaron los principios establecidos en la
Ley 25.326 de Protección de Datos Personales16.
RESULTADOS
La muestra quedó conformada por 88 individuos, 37,5% hombres y 62,5% mujeres, con una
edad promedio de 45,55±12,33 años. El valor medio del VCT consumido por los hombres fue de
2.201 kcal±577 kcal; para mujeres, de 1.641kcal±372 kcal
(p<0,001).
Consumo de grasas totales, saturadas, insaturadas y colesterol
El consumo medio de grasas totales, AGS, AGM,
AGP y colesterol para el total de participantes y según sexo se presenta en la Tabla 1.
Tabla 1: Consumo medio de grasas totales, AGS, AGM, AGP y colesterol |
|
|
|
DE: desvío estándar; VCT: valor calórico total; AGS: ácidos grasos saturados; AGM: ácidos grasos monoinsaturados;
AGP: ácidos grasos poliinsaturados. *Los valores medios se compararon con el Test de Wilcoxon y sus distribuciones
según sexo mediante el Test de Fisher, con un nivel de confianza del 95%, empleando el programa R versión 4.0.2 |
Adecuación del consumo de grasas a las recomendaciones
El 78,41% consumió una cantidad excesiva de
grasa total, el 14,77% adecuada y el 6,82% insuficiente (Figura 1), sin diferencias significativas según
sexo (p=0,052).
Figura 1: Distribución de frecuencias de ingesta de grasa total categorizada |
|
|
|
Grasa total: insuficiente (<25%), adecuada (25-35%)
y excesiva (>35%) |
En la Figura 2 se presentan las distribuciones de
frecuencias de los individuos según la categorización de la ingesta de ácidos grasos y colesterol.
Figura 2: Distribución de frecuencias de ingesta de ácidos
grasos y colestero |
|
|
|
AGS: ácidos grasos saturados; AGM: ácidos grasos monoinsaturados;
AGP: ácidos grasos poliinsaturados; COL: colesterol |
El 99% de los pacientes presentó un consumo
inadecuado de AGS, el 92% consumió una cantidad
adecuada de AGM, un 68% una cantidad inadecuada de AGP y solo el 17% consumió una cantidad
adecuada de colesterol, sin diferencias significativas
según sexo (p=1,000, p=0,418, 0,637, p=0,559).
Alimentos ricos en ácidos grasos y colesterol
consumidos por los participantes
En la Figura 3 se muestra la procedencia de los
ácidos grasos y colesterol consumidos por los participantes y en la Tabla 2 las porciones de alimento
promedio ingeridas por día por los encuestados.
Entre los alimentos ricos en AGS, la carne fue seleccionada por la mayoría de los individuos. El 60%
consumió carne vacuna y 41% de pollo. Entre los
quesos, el más consumido fue el de pasta semidura
(32%), seguido por el de pasta blanda (29,5%) y
dura (19,3%), y un 6,8% eligió queso crema untable entero. Dentro de los productos de panadería,
17% consumió bizcochos de grasa, 12,5% facturas
simples, 10,2% masa de tarta y empanada, seguido de bizcochuelo y facturas simples con 4,5% y
por último churros (3,4%). Las galletitas de agua
(18,2%) tuvieron un consumo similar al de las dulces (13,6%). La mayonesa (28,4%) fue el aderezo
más consumido, seguido por salsa golf (2,3%). Por
último, un 19,3% consumió leche entera y 3,4%
yogur. En relación a las fuentes de AGM, el consumo de aceitunas fue de 4,5% y de aceite de oliva de
3,4%. Para los AGP, el aceite de girasol fue el preferido con un 93,1%, el pescado tuvo un consumo
bajo (3,4%), seguido del aceite de maíz (2,3%) y de
los frutos secos (1,1%). Finalmente, con respecto a
los alimentos ricos en colesterol, el más consumido fue la yema de huevo con 72,7%. En relación a
los embutidos, los más consumidos fueron las salchichas y el chorizo con 4,5% cada uno, un 2,3%
consumió chinchulines y un 1,1% morcilla. Entre los
fiambres más consumido se destacó el jamón cocido con 21,6%, seguido por la mortadela y el salame
con 3,4% cada uno.
Figura 3: Procedencia alimentaria de los diferentes ácidos grasos y colesterol |
|
|
|
AGS: ácidos grasos saturados; AGM: ácidos grasos monoinsaturados; AGP: ácidos grasos poliinsaturados; COL: colesterol |
Tabla 2: Porciones promedio de alimentos ricos en ácidos grasos y COL |
|
|
|
AGS: ácidos grasos saturados; AGM: ácidos grasos monoinsaturados; AGP: ácidos grasos poliinsaturados;
COL: colesterol; DE: desvío estándar |
DISCUSIÓN Las grasas inciden en el metabolismo de los hidratos de carbono y ejercen un papel preponderante en
la patogenia de la DM24. Son de importancia nutricional debido a la alta prevalencia de dislipidemia e
hipertensión arterial que presentan estos pacientes17.
El VCT medio del total de encuestados fue cercano a las 1.800 kcal/día. El consumo medio de grasas
totales fue de 43,3% del VCT, siendo significativamente mayor en hombres. Se observó que la mayoría
tuvo una ingesta de grasas excesiva. Estos hallazgos
fueron similares a los de García et al.18 y Ortega-Anta
et al.19, donde el 72% y 89% de los participantes
presentó una ingesta inadecuada de lípidos respectivamente. Asimismo, un estudio realizado en adultos
rosarinos arrojó como resultado que un 40,6% superó el 35% de energía en forma de grasas20.
Los patrones dietéticos y su adecuación a las
recomendaciones demostraron diferencias según
sexo21. Bennett et al.22 analizaron la ingesta de macronutrientes y la adherencia a las recomendaciones, y demostraron que más de la mitad de los participantes no adhirió a las de varios nutrientes, siendo
más alto el porcentaje de mujeres que excedió la
ingesta de grasa total y saturada, mientras que los
hombres tuvieron ingestas de AGP mayores a las
recomendadas. Contrariamente a estos resultados,
en el presente trabajo no se observaron diferencias
significativas por sexo respecto a la adecuación a
las recomendaciones. Resulta de interés aclarar que
la población estudiada comprendió adultos que no
recibieron asesoramiento nutricional específico. Intervenciones oportunas por profesionales idóneos
contribuirían a lograr un mayor acercamiento al
cumplimiento de las recomendaciones.
Casi la totalidad de los encuestados tuvo una
ingesta inadecuada de AGS. El consumo medio en
hombres fue del 15% y en las mujeres 12% del VCT,
ambos superando la recomendación de ACC/AHA/
NHLBI y duplicando el valor. Esto concuerda con
un estudio chileno en pacientes con DM2, donde
un 32% superó la recomendación de la ADA y se
obtuvo una ingesta promedio de AGS de 13,4%,
correlacionándose con valores elevados de glucemia y resistencia a la insulina23. En este sentido, la
mayoría de las personas evaluadas en el presente
trabajo mantendría una ingesta con un perfil más
aterogénico con incremento del riesgo cardiovascular. Además, según los hallazgos de Sasaki et al.24,
el consumo elevado de AGS se asocia con mayor
probabilidad de desarrollar retinopatías y complicaciones más severas.
Por otro lado, se sabe que ante una disminución del consumo de AGS y aumento de AGM se
produce una mejoría en la tolerancia a la glucosa
y sensibilidad a la insulina11,25,26. Un estudio espa-
ñol en pacientes diabéticos concluyó que la dieta
mediterránea rica en AGM, sin restricción calórica,
redujo un 30% la incidencia de complicaciones cardiovasculares27. Sustituir parte del ácido palmítico
por oleico atenúa fuertemente los efectos nocivos
de los AGS sobre el tejido adiposo, hígado y las
células β26. Si bien en este trabajo casi el total de
encuestados tuvo una ingesta adecuada de AGM,
el elevado consumo de AGS impediría lograr el
equilibrio necesario para conseguir un perfil lipídico
óptimo. La ingesta media de AGM fue cercana al
14% del VCT, siendo ligeramente mayor en hombres. Esto concuerda con publicaciones de Zapata20
donde estos ácidos grasos representaron un 11%
de la energía. Sin embargo, otros estudios señalaron
un mayor porcentaje cubierto por AGM en el grupo
de mujeres, al igual que para los AGP19.
Con respecto a los AGP, el consumo fue inadecuado en más de la mitad de los participantes, con
una ingesta promedio del 13% del VCT, superando
así la recomendación del National Cholesterol Education Program (NCEP).
Britos et al.28 ponen de manifiesto que en Argentina se distingue un marcado desequilibrio en la
dieta promedio con respecto al aporte de n-6 y n-3,
con una relación próxima a 20:1, mientras que la recomendación expresa que debe ser lo más cercana
a 5:1. Otros hallazgos también pusieron de manifiesto el desbalance entre la relación n-6:n-3, con
un consumo elevado de n-6 y una ingesta deficiente
de alimentos fuente de n-329. Un estudio prospectivo realizado en mujeres con DM2 concluyó que el
consumo de eicosapentaenoico y docosahexaenoico, de una a tres veces por mes, se asoció con una
reducción de la enfermedad cardiovascular en un
40%30. Además, la suplementación con n-3 en pacientes diabéticos se asoció con una mejor sensibilidad a la
insulina y reducción de la glicemia en ayuno31.
Si bien en el presente trabajo no se calculó la
relación n-6:n-3, la identificación de los alimentos
fuentes permite presumir un similar desbalance al
observado en los estudios mencionados debido al
alto consumo de alimentos fuentes n-6 e ingesta
casi nula de productos ricos en n-3.
Con respecto al colesterol, la ingesta fue inadecuada en más del 80% de los individuos, siendo cercana a
400 mg/día. Este valor supera el establecido por NCEP
y si bien la principal fuente de colesterol proviene de
síntesis endógena, los alimentos fuentes de éste son
también altos en AGS. En este sentido, la elevada ingesta de colesterol estaría vinculada con el alto consumo de alimentos ricos en AGS, ya que ambos tipos
de grasas comparten muchas fuentes dietéticas. Según
los resultados de Tanasescu et al.32, las mujeres que llevaban una dieta con mayor contenido de colesterol,
AGS y baja en AGP, tuvieron un aumento significativo
del riesgo de enfermedad cardiovascular.
Los alimentos ricos en AGS y colesterol más consumidos fueron las carnes, quesos, productos de
bollería, manteca y aderezos. El jamón cocido fue
el preferido dentro de los fiambres y los embutidos
tuvieron un consumo menor. Estos resultados concuerdan con diferentes estudios que muestran que
la carne vacuna, lácteos enteros, manteca y galletitas son los más frecuentemente consumidos en la
dieta promedio de los argentinos28. El consumo de
fiambre supera ampliamente la recomendación, y las
salchichas y hamburguesas, al igual que los aderezos, los panificados y galletitas, son algunas de las
principales fuentes de grasas en la dieta20.
Existe una preferencia por la carne vacuna y de
pollo, y muy bajo consumo de pescado. El porcentaje de energía cubierto por n-3 aumenta con el consumo de pescado y disminuye al aumentar la ingesta de carnes. Tal como lo expresan Britos et al.28, la
inclinación por elegir carne vacuna representa una
fuerte barrera para incorporar otros tipos de carnes,
como el pescado, y mejorar el perfil nutricional de la
dieta. Además, algunos estudios identifican el consumo de carne como un factor de riesgo independiente para el desarrollo de diabetes, en especial de
carnes procesadas. Por cada 100 g de carne consumida y cada 50 g de carne procesada, el riesgo de
DM2 aumenta33.
Respecto del consumo de aceites, casi la totalidad seleccionó aceite de girasol y una minoría de
oliva y maíz, siendo superior su ingesta luego de someterlos a calentamiento en diferentes métodos de
cocción. Esto concuerda con Zapata20 que demostró
que el principal aceite consumido por la población
bajo estudio fue el de girasol, con una diferencia amplia con el resto de los cuerpos grasos. La reducción
de la ingesta de n-6 a partir de una disminución del
consumo de aceite de girasol sería una estrategia
que permitiría balancear la relación n-6:n-3. Si bien
la recomendación de que los aceites ricos en ácidos
grasos no n-6 ocupan la cuarta parte de la ingesta
de grasas, en Argentina aceites con mayor aporte de
otros ácidos grasos, como n-9 (oliva, canola, girasol
alto oleico), son costosos lo que dificulta la capacidad
de los consumidores para acceder a ellos. Lo mismo
sucede con los frutos secos y los pescados de mar.
Además de la dificultad económica, se suma la falta
de hábito, resultando esto en una exclusión de dichos
alimentos de la dieta habitual.
Las dietas de la población frecuentemente presentan una composición diferente a la que recomiendan las guías alimentarias, con exceso de calorías, grasas totales y saturadas, sumado a un alto
consumo de n-6 y bajo de n-329. Existe una monotonía alimentaria, donde los alimentos con buena calidad de nutrientes son escasos34,35. A partir de ello,
no debe extrañar el incremento de enfermedades
crónicas como la diabetes20.
CONCLUSIONES
Teniendo en cuenta los resultados obtenidos,
más de la mitad de las personas con DM2 presentó
un consumo de grasas totales excesivo, con ingestas
inadecuadas de AGS, AGP y colesterol respecto de
las recomendaciones. Solo el consumo de AGM resultó ser adecuado.
Los cambios en el estilo de vida, así como la reducción en el consumo de grasas saturadas y colesterol y el aumento de mono y poliinsaturadas, se
consideran puntos clave para mejorar el perfil lipí-
dico de los pacientes con diabetes y la consecuente
reducción del riesgo cardiovascular. Es necesario el
trabajo interdisciplinario de todo el equipo de salud
para implementar estrategias tendientes a mejorar
la calidad de vida, mantener un modelo de alimentación saludable y reducir así los costos sanitarios
asociados a esta patología.
Agradecimientos
Las autoras agradecen a los pacientes del Centro
de Salud "San Francisquito" de la ciudad de Rosario
por su participación y predisposición durante la recolección de los datos.
Financiamiento
El presente trabajo de investigación no presentó
fuentes de financiación.
Conflictos de interés: las autoras del trabajo
declaran que no existen conflictos de interés.
REFERENCIAS
1. International Diabetes Federation (IDF). Atlas de la diabetes
de la FID. 9º Ed; (2019). Disponible en: https://www.diabetesatlas.org/es/. Recuperado: el 14 de mayo de 2020.
2. World Health Organization (WHO). Informe mundial sobre
la diabetes. Resumen de orientación (2016). Disponible en:
https://www.who.int/diabetes/global-report/es/. Recuperado: el 15 de abril de 2020.
3. Britos S, Saraví A, Vilella F. Alimentación saludable en el sistema de agronegocios. En: Buenas prácticas para una alimentación saludable de los argentinos. Buenos Aires: Facultad de
Agronomía 2010; 9-22.
4. Costa Gil JE, Spinedi E. La tormentosa relación entre las grasas
y el desarrollo de la diabetes mellitus de tipo 2: actualizado.
Parte 1. Rev Argent Endocrinol Metab 2017; 54(3):109-123.
5. American Diabetes Association (ADA). Lifestyle management: Standards of Medical Care in Diabetes. Diabetes Care
2018; 42(1):46-60.
6. Food and Agriculture Organization of the United Nations
(FAO), Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT). Requerimientos de grasa y ácidos grasos en adultos. En: Grasas
y ácidos grasos en nutrición humana: Consulta de expertos.
Granada, España 2012; 59-67.
7. American Diabetes Association (ADA). Evidence based nutrition principles and recommendations for the treatment and
prevention of diabetes and related complications. Diabetes
Care 2003; 26(1):51-61.
8. Longo E, Navarro E, González A. El plan de alimentación en
las enfermedades cardiovasculares. En: Técnica dietoterápica
3º Ed. Buenos Aires: El Ateneo; 2019. p. 297-317.
9. American College of Cardiology (ACC), American Heart Association (AHA), National Heart, Lung, and Blood Institute
(NHLBI). Guideline on the treatment of blood cholesterol to
reduce atherosclerotic cardiovascular risk in adults. J Am Coll
Cardiol 2014; 63(25):2890-2934.
10. Torresani ME, Somoza MI. Cuidado nutricional en patologías
de riesgo cardiometabólico. En: Lineamientos para el cuidado nutricional. 4º Ed. Buenos Aires: Eudeba; 2016. p.229-
496.
11. Fernández-Estívariz C, Manzano-García G, Continente A.
Grasa alimentaria. En: Vázquez C, De Cos A, López-Nomdedeu C. Alimentación y nutrición. 2º Ed. Madrid-Buenos Aires:
Díaz de Santos; 2005. p.135-150.
12. National Cholesterol Education Program (NCEP). Adopting
healthful lifestyle habits to lower LDL cholesterol and reduce
CHD risk. En: Detection, evaluation, and treatment of high
blood cholesterol in adults (Adult Treatment Panel III) Final
report. National Institutes of Health; 2002. p. 1-28.
13. Costa Gil JE, Fuente G. Informe tDNA-PATh en Argentina.
Implementación del plan nutricional, 2012. Disponible en:
http://www.sanutricion.org.ar/files/upload/files/Regionalizacion_Path_Fasciculo_5.pdf. Recuperado: el 18 de agosto de
2020.
14. Ministerio de Salud de la Nación (MSAL). Sistema de Análisis
y Registro de Alimentos (SARA). Consulta de Composición
Química de los Alimentos (2018). Disponible en: http://datos.
dinami.gov.ar/sara/. Recuperado: el 7 de junio de 2020.
15. Vázquez M, Witriw A. Modelos visuales de alimentos y tablas
de relación peso/volumen. Buenos Aires: I.S.B.N; 1997, 3-42.
16. Ministerio de Justicia y Derechos Humanos Presidencia de la
Nación. Protección de los datos personales, 2000. Disponible
en: http://www.jus.gob.ar/media/33481/ley_25326.pdf. Recuperado: el 12 de junio de 2020.
17. Franz M, Evert A. Tratamiento nutricional médico en la diabetes mellitus y la hipoglucemia de origen no diabético. En:
Mahan LK, Raymond J. Krause. Dietoterapia.14º Ed. España:
Elsevier; 2017, 2122-2238.
18. García SM, Fantuzzi G, Angelini J, Bourgeois M, Elgart J, Etchegoyen G, et al. Ingesta alimentaria en la población adulta
de dos ciudades de la provincia de Buenos Aires: su adecuación a las recomendaciones nutricionales. Actualización en
Nutrición 2018; 19(2):38-43.
19. Ortega-Anta RM, González-Rodríguez LG, Villalobos-Cruz
TK, Perea-Sánchez JM, Aparacio-Vizuete A, et al. Fuentes
alimentarias y adecuación de la ingesta de ácidos grasos
omega-3y omega-6 en una muestra representativa de adultos españoles. Nutr Hosp 2013; 28(6):2236-2245.
20. Zapata ME. Primer estudio sobre el estado nutricional y los
hábitos alimentarios de la población adulta de Rosario. Documento de resultados. Buenos Aires: La Imprenta Digital SRL;
2014, 1-139.
21. Imamura F, Micha R, Khatibzadeh S, Fahimi S, Shi P, et al.
Dietary quality among men and women in 187 countries in
1990 and 2010: a systematic assessment. The Lancet Global
Health 2015; 3(3): e132-e142.
22. Bennett E, Peters SAE, Woodward M. Sex differences in macronutrient intake and adherence to dietary recommendations: findings from the UK Biobank. BMJ Open 2018; 8:1-7
23. Vásquez V, Moncada P, Basfi-fer K, Valencia A, Codoceo J,
Inostroza J, et al. Impacto de los ácidos grasos de la dieta
sobre el perfil lipídico, la sensibilidad a la insulina y la funcionalidad de las células β pancreáticas en sujetos diabéticos
tipo 2. Nutr Hosp 2015; 32(3):1107-1115.
24. Sasaki M, Kawasaki R, Rogers S, KiddMan R, Itakura K, Xie
J, et al. The associations of dietary intake of polyunsaturated
fatty acids with diabetic retinopathy in well controlled diabetes. Invest Ophthalmol Vis Sci 2015; 56(12):7473-7479.
25. Vessby B, Uusitupa M, Hermansen K, Riccardi G, Rivellese A,
Tapsell L, et al. Substituting dietary saturated for monounsaturated fat impairs insulin sensitivity in healthy men and women: The KANWU study. Diabetología 2001; 44(3):312-319.
26. Palomer X, Pizarro-Delgado J, Barroso E, Vázquez-Carrera
M. Palmitic and oleic acid: the yin and yang of fatty acids
in type 2 diabetes mellitus. Trends Endocrinol Metab 2018;
29(3):178-190.
27. Estruch R, Ros E, Salas-Salvadó J, Covas M, Corella D, Arós
F, et al. Primary prevention of cardiovascular disease with a
mediterranean diet. N Engl J Med 2013; 368(14):1279-1290.
28. Britos S, Saraví A, Vilella F. Brechas alimentarias y alimentos prioritarios para aplicación de buenas prácticas nutricionales. En:
Buenas prácticas para una alimentación saludable de los argentinos. Buenos Aires: Facultad de Agronomía; 2010. p. 23-41.
29. Lemos A, Mainardi A, Turaglio V. Relación en el consumo de
ácidos grasos ω6 y ω3 y marcadores de riesgo de diabetes
tipo 2 en el síndrome metabólico (Tesis de grado). Escuela de
Nutrición, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba; 2015.
30. Hu F, Bronner L, Willett W, Stampfer M, Rexrode K, Albert C,
et al. Fish and omega-3 fatty acid intake and risk of coronary
heart disease in women. JAMA 2002; 287(14):1815-1821.
31. Vázquez I. Suplementación de ácidos grasos n-3 y su relación
con el metabolismo de la glucosa en sujetos con diabetes
mellitus tipo 2 en Toluca, estado de México. (Tesis de grado).
Facultad de Medicina, Universidad Autónoma del Estado de
México. Toluca, Estado de México; 2019.
32. Tanasescu M, Cho E, Manson J, Hu F. Dietary fat and cholesterol and the risk of cardiovascular disease among women
with type 2 diabetes. Am J Clin Nutr 2004; 79(6):999-1005.
33. Feskens E, Sluik D, Woudenbergh G. Meat consumption, diabetes, and its complications. Curr Diab Rep 2013;13(2):298-306.
34. Britos S, Saraví A, Chichizola N, Vilella F. Brechas en la calidad
de la dieta. Propuesta de un patrón alimentario saludable
para la población argentina. En: Hacia una alimentación saludable en la mesa de los argentinos. Buenos Aires: Orientación Gráfica Editora; 2012. p. 21-38.
35. Britos S, Saraví A, Chichizola N, Vilella F. Presentación. En:
Hacia una alimentación saludable en la mesa de los argentinos.1° Edición. Buenos Aires: Orientación Gráfica Editora.
2012. p. 11.
|
|